Bacharu Sekai

Todo empezó en el año 2100. Uno de los laboratorios biológicos en los que yo trabajaba había conseguido idear una forma de curar la asombrosa epidemia que había sacudido al país y al continente, y que había empezado a extenderse por Europa del este. Al parecer, era una de las enfermedades más raras que se habían detectado hasta el momento. Los pacientes que habían ingresado en nuestro hospital presentaban síntomas distintos, pues la epidemia afectaba a uno o varios de sus órganos principales a la vez. Lo llamamos "Cossis Blattae" o "Carcoma del escarabajo". Observamos que los organos afectados se ennegrecían y se resquebrajaban, como la madera atacada por las termitas. Además, cuando el primer órgano afectado acababa por desaparecer, las bacterias se propagaban hacia órganos contiguos, multiplicando su número a medida que destruían el interior del cuerpo de los enfermos. Descubrimos igualmente que el contagio se producía por inhalación, de ahí que la mayoría de nuestros pacientes tuvieran que ser atendidos principalmente por causas nasales y pulmonares. Estábamos desesperados. El número de muertos no hacía más que ascender, y el Estado no hacía más que invertir en laboratorios y avances científicos. Y así fue como Fuji-sensei y su equipo de científicos desarrollaron el primer "Bacharu", una muchacha que se había ofrecido para ser un conejillo de indias en una de las múltiples pruebas que se llevaron a cabo para intentar encontrar cura a dicha enf
se llevaron a cabo para intentar encontrar cura a dicha enfermedad.



Todos los órganos afectados fueron sustituídos por maquinaria robótica de última generación. Fuji-sensei era un reconocido científico en Japón que había desarrollado una de las colecciones robóticas más fabulosas del mundo. Nos mostró entonces, mientras operaba hábilmente con el cuerpo anestesiado de la chica, cómo cambiaba sus órganos por circuitos electrónicos. Con sorpresa, pude percatarme de que la tecnología ya servía para algo más que para fabricar estúpidos robots de cocina. De nuevo, la ciencia volvía a conocer uno de sus momentos más brillantes con aquel éxito. Fuji-sensei desconectó a la chica de la máquina de respiración asistida. Ella abrió los ojos como si despertara de un largo letargo y se miró las manos. Su nariz había sido sustituída por una mascarilla de metal ultraligero, y habían colocado una diadema en el cabello que terminaba en unos cascos metálicos, que hacían de sus oídos. Por dentro, explicó Fuji-sensei, los órganos de la chica habían sido reconstruídos mediante el moldeado de un metal muy fino, y conectado entre sí por cables, como si se tratase de un ordenador. Sin embargo, como en el caso de esta chica el corazón no se había visto afectado, los demás órganos continuaban funcionando mediante flujo sanguíneo. Le entregaron a la muchacha una pistola, que en uno de sus extremos tenía insertada una placa solar. Con ella, recaudaría la energía necesaria para que sus pulmones, su estómago y su hígado continuaran funcionando normalmente. Esa placa solar estaba conectada con dichos órganos mediante otro cable y un sistema de almacenamiento de datos, parecido al disco duro de un ordenador.



Hoy, en el año 2134, un 86% de las operaciones contra la epidemia son exitosas, pero las operaciones fallidas han dado lugar al nacimiento de una nueva "especie" en nuestra sociedad, una marginal y que se desarrolla de forma primaria y salvaje en los suburbios y en las zonas boscosas y naturales del mundo y de las ciudades. Se hacen llamar "yasei" y su sanguinario carácter los ha llevado a invadir ciudades, provocando grandes masacres. Se agrupan entre sí, como una comunidad humana, pero también se aparean con animales, lo que ha llegado a desembocar en que la especie esté formada por híbridos entre humanos, bacharu y animales, de ahí que posean ciertas características humanas, como la capacidad de crear un lenguaje o de razonar, o animales, como el instinto o el desarrollo agudo de algunos sentidos.



Por otra parte, mis estudios actuales me han llevado también a reunirme con un grupo elitista y antisocial que desarrolla actividades de alto carácter intelectual. Se llaman a sí mismos "Chiryaku". No se dignaron a revelarme demasiado información sobre su modelo de vida, pero al parecer, por lo que vi, es bastante ascético y casi monástico. Su vida entera está dedicada al estudio. Son personas que sufrieron una operación debido a que la epidemia afectó a su cerebro. La intervención quirúrgica falló y en lugar de sufrir desajustes físicos o psicológicos, como los "yasei", han sufrido una modificación de su coeficiente intelectual y su deseo de saber, que sobrepasa los niveles humanos. Se da en algunos casos en su comportamiento, como pude comprobar en una biblioteca, que son propensos a guardar silencio y leer siempre que pueden. De igual manera, sienten atracción por los centros académicos como los institutos o las universidades, y asisten siempre que pueden, aunque la mayoría de los conocimientos los conozcan. Precisamente sienten placer por la crueldad intelectual, es decir, por realizar exhibiciones en público de sus conocimientos, vejar los de los demás y competir entre sí.

El ambiente en la ciudad y los alrededores es tenso. Me cuesta respirar aire puro. Cada día que pasa parece un infierno. Aquel día, en el año 2100 parecía que íbamos a hacer algo grande, que el mundo se rendiría bajo nuestros pies. Que la ciencia triunfaría. Que abriríamos una oportunidad para mejorar la insignificante existencia del ser humano. Me invadió el vértigo del miedo cuando descubrí en qué habíamos convertido nuestra experiencia y labor científica. Al final, lo que estábamos creando eran monstruos. Habíamos mejorado la vida de aquellos afectados por la epidemia y que su operación había resultado un éxito...¿pero y los demás? Y no sólo eso, los seres humanos no afectados se quejaban. No querían morir antes. Querían ver a los hijos de sus hijos crecer. Querían disfrutar de una existencia más larga. ¿Por qué será que hemos alcanzado este ambiente de guerra? Nuestras intenciones eran buenas...Eran buenas. No había nada que perder. O eso creíamos. Y ahora, miro al frente y sólo veo sombras. Y aspiro el aire que me rodea y sólo huelo sangre. Siento la tensión, siento también no obstante el esfuerzo por la integración...y el esfuerzo por continuar viviendo.

Crónicas de Yuu-san, Libro I, Capítulo I: De la creación del Mundo Actual